En la Universidad
de Barcelona, se realizó recientemente, del 21 al 23 de noviembre, una Mesa de
intercambio de saberes y resistencias frente a las crisis globales: en
especial, algunas luchas indígenas y populares frente a los embates de una
economía mundial que ha olvidado la equidad.
Jesús Chávez, Consejero Mayor del CRIC (Consejo Regional Indígena
del Cauca, un departamento suroccidental de Colombia) habló del esfuerzo de los
Pueblos Indígenas de la región para que les sea reconocido su territorio ancestral.
“El incremento enorme de las concesiones mineras, que pretenden ocupar el 56%
del Cauca sin ninguna obligación medioambiental, en la actualidad amenaza
nuestro sistema de vida”, ha afirmado Jesús. Su reto ahora es elaborar un Plan
de Vida basado en la economía sostenible, y en la agricultura orgánica.
En el encuentro intervino entre otros Marc Gavaldá,
un activista catalán que ha documentado los estragos de las compañías
petroleras entre las poblaciones indígenas latinoamericanas, para sensibilizar sobre
el tema el público español; Joan Martinez Alier, profesor del Instituto
de Ciencia y Tecnología Ambientales de la UAB , y autor de varios libros sobre ecologismo en
el Norte y Sur del mundo, y Joana Grezner, de la Asamblea de las
Feministas Indignadas, que ha recordado las luchas populares en Catalunya y
España contra los recortes, y como recientemente una mujer, Ester Quintana,
haya perdido un ojo por las balas de goma disparadas por la policía.
Muy impactante ha sido el mensaje de las lideresas indígenas del Cauca, más
allá de las palabras. Las miradas de Maria Ovidia Palechor, lideresa del
pueblo Yacuruna, y Marta Cecilia Tunubala, de ACIN, (Asociación de
cabildos indígenas del Norte del Cauca) impresionan por su serenidad. Y eso que
ellas no acaban de salir de una sesión de masajes orientales, sino de esta
región tan convulsionada de Colombia, atrapada entre guerrillas, ejército, paramilitares
y compañías multinacionales, donde las mujeres, como relatan, pueden sufrir
violencias inenarrables. ¿Cuáles son sus recetas para contrarrestar la
violencia y mejorar la vida?
“Primero hay que preguntarse: ¿hacia dónde queremos
ir”? Comienza a explicar con voz pausada María Ovidia.” En el Cauca, nos hemos
juntado 9 pueblos indígenas, para ser más fuertes y hacernos más visibles
frente al Estado. El movimiento indígena está avanzando. Se han instalado
vallas para alejar guerrilla o ejercito, controladas por guardias indígenas.
Todo esto es muy importante, pero, ¿qué cambio estamos buscando si no se
incorpora el pensamiento de la
Mujer , y no se valora su trabajo, en la casa y afuera?
“Nuestra tradición indígena habla de roles complementarios y paritarios de
Hombres y Mujeres; además dentro de cada uno de los seres humanos hay energía
femenina y masculina a la vez. Pero hay una deuda histórica hacia las Mujeres,
se ha excluido su pensamiento, y se ha ignorado su aporte en las luchas
indígenas: por eso ahora nos encontramos empantanados en guerras infinitas
(donde se expresa el lenguaje “masculino” de la agresividad), como las que
afligen Colombia. Las Mujeres tenemos un modo diferente de sentir, mirar,
pensar, que abarca los detalles, que vela por el bien de todos. Pero el modelo
educativo, político, social y económico dominante niega esta sabiduría, y ha
dejado a las Mujeres fuera las escuelas, por no tener que tomar en cuenta su
inteligencia.
“Por eso hemos conformado las “Tulpas” de las Mujeres, para enfrentar
juntas las situaciones difíciles que encontramos cada día, los desplazamientos,
las violaciones, los problemas familiares. Son círculos de intercambio y
encuentro, que recuerdan el fogón donde nuestras abuelas contaban historias, y
transmitían saberes. Los círculos representan también los ciclos, como el de la
vida, o de la luna, con la menstruación. Queremos seguir conservando las
prácticas de la medicina natural, los conocimientos de las parteras, y en
espacio publico el tema de la defensa de los idiomas indígenas. Tratamos de
sensibilizar las chicas a no involucrarse con los grupos armados, pues la
presencia de tanta gente armada asusta a los niños, arrasa con las plantas
medicinales, no respeta los territorios sagrados.
“En el proceso organizativo de los Pueblos Indígenas
encontramos a veces actitudes machistas, pero estamos convencidas que se pueden
superar, conversando. Esos hombres machistas son a la vez padres de nuestros
hijos. No podemos decir que este camino ha sido o siga siendo fácil, pero hay
líderes que nos apoyan, y vienen a escucharnos. “Sabemos que antes de tratar
de resolver los problemas allá afuera, tenemos que sanar nuestro cuerpo y
mente, reconectándonos con nuestros hermanos mayores, la luna, la tierra, el
cielo. Haciendo el silencio dentro de nosotros, y en los círculos, buscando
las estrategias más adecuadas para encontrar soluciones. Así tenemos más
serenidad y esperanza.
“Las Mujeres hemos creado el Movimiento social contra la Guerra y por la Paz , y las Cortes de Mujeres,
que hacen audiencias públicas para crear memoria colectiva, y buscan una
reparación integral, para que estas injusticias no se repitan. Muchos
sobrevivientes reclaman sus derechos desde 1995. En todos los espacios
internacionales vamos denunciando los sufrimientos de las Mujeres y de todo el
pueblo. Ahora queremos restaurar en Colombia este principio de
complementariedad y paridad con el Hombre. “Todo nuestro discurso tiene su
raíz en la espiritualidad. El Sumak Kawasy, el “buen vivir” de los indígenas,
el vivir con más sobriedad y solidaridad en el Norte, son parte de la lucha
común para preservar la vida en la Madre Tierra. Lo sentimos también con el corazón,
y no solo con la mente, cuando terminamos el evento tomados de la mano, en
círculo. Y salimos, gracias a esos preciosos testimonios, con más energía y paz
para enfrentar lo que hierve allá afuera, en el mundo.
Por Gisella Evangelisti
No hay comentarios:
Publicar un comentario